Capitulo 6  

Posted by: La Premonición in

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Cuando más anhelamos olvidar, más recuerdos vienen a nuestra mente bombardeándonos con aquellas dolorosas sensaciones que queremos sacar de nuestra mente y corazón.

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— ¿Qué se supone que estás haciendo aquí?—preguntó en un tono de voz rudo.

Le molestaba el hecho de que él, precisamente él, estuviese allí y que la mirara de la forma que lo hacia. Parecía estar desnudándola con la mirada, aunque eso estaba bastante lejos de ser verdad. Margaret, al escuchar el tono en el que la joven se había dirigido al él supuso que las cosas no irían por el camino de la paz, así que decidió salir y dejarles su espacio; tenían mucho de que hablar.

— ¿Jessica?—preguntó como tratando de confirmar que lo que veían sus ojos no era una ilusión.

La Jessica que tenía en frente no era la misma Jessica que había visto salir huyendo de su casa, con el rostro empapado de lágrimas y la expresión más triste que había visto en toda su vida. La Jessica que tenía en frente era una joven muy bonita, con una expresión de enfado que nunca pensó que vería en su pequeña hermana y una altanería propia de una orgullosa dama de sociedad y no de una joven de diecinueve años.

— ¿A quién mas esperabas? ¿A la reina Isabel?

—Deja esa mala actitud para otro momento ¿si? Y dame un abrazo— le pidió él mientras extendía los brazos.

Ella se acercó a él e hizo lo que pedía mas para terminar rápido con todo eso que por otra cosa. Él la abrazó fuertemente y a ella no le quedó más remedio que corresponderle. En el fondo, muchas veces, deseó que eso sucediera. Deseó estar entre los brazos de una de las personas que más amaba en todo el mundo: su hermano. Gracias a ese abrazo sintió que la inexplicable rabia que sentía se desvanecía siendo reemplazada por una sensación calida, agradable.

— ¿Qué haces aquí?—preguntó ella aún en los brazos de Ariel mientras trataba de esconder el interés que sentía por su respuesta.

—Vine a verte ¿Qué más podría hacer en este lugar?—le respondió, después de darle un beso en la cabeza.

— Ve tú a saber. Con Lucas merodeando por aquí uno nunca sabe— dijo ella deshaciendo el abrazo y alejándose de él rápidamente.

— ¿Lucas, aquí? Estás bromeando ¿cierto?

— ¿No lo sabías?— preguntó con falsa incredulidad.

—Por supuesto que no lo sabía. Es cierto que no lo había visto desde hacia tiempo pero adjudiqué su ausencia a que estaba trabajando, o en alguno de los viajes que suele hacer. Nunca imaginé que pudiera estar aquí, contigo.

—Corrección, él está aquí, más no conmigo. Tú sabes perfectamente que yo no quiero tener ningún tipo de relación con los Henderson— aseguró mientras se sentaba en uno de los sillones. Ariel la imitó.

Sabia que estaba mal mentirle a su hermano pero no le quedaba de otra. No quería que Ariel, cuando llegase a su casa, les dijese a sus padres que estaba comprometida con Lucas. Aparte de eso, sabía que tendría que darle muchas explicaciones después. Después de todo, Lucas era su mejor amigo.

—Que raro. Yo pensé que con quien no querías tener nada era con…

—Con ninguno— cortó ella con brusquedad mientras se ponía de pie.

Caminó por el salón y se acercó a uno de los floreros solo para tener una excusa para estar lejos de su hermano. Ariel tenía la cualidad de ser muy persuasivo e intuía que, si seguía mucho rato cerca de él, la iba a sonsacar hasta que le contara la verdad. Él sonrió. Se había dado cuenta de que el gesto de su hermana no era más que una forma de esquivarlo, de evitar que la interrogase. Siempre fue así incluso cuando le enviaba cartas.

Cuando él le pedía algún tipo de explicación, ella siempre eludía sus preguntas. En esos momentos podía dejarlo pasar porque sabía que no iba a poder sacarle nada desde donde estaba, pero ahora que estaba cerca de ella, iba a poder interrogarla a su antojo y así saciar su curiosidad.

— ¿Y todas esas flores, Jessica? ¿Son de algún admirador secreto?—cuestionó mientras se ponía de pie y caminaba hacia donde ella estaba.

—No lo creo— fue su fría respuesta.

— ¿Por qué no? Tu eres una joven muy bonita, educada y de buena familia. Cualquier hombre se sentiría feliz de tenerte como su prometida. Además, ¿de quién mas podrían ser? ¿De Lucas?

Ella no respondió. Suponía que las flores eran de él ya que nadie más en aquel pueblo sería capaz de mandárselas, pero estaba el pequeño detalle de que eran cuatro ramos de flores; Lucas no tendría porque mandárselas todas. Picada por la curiosidad, buscó entre las rosas hasta encontrar la tarjeta. Eran de Lucas, como suponía. Se dirigió hacia donde estaban los ramos de flores mixtas, los cuales estaban uno al lado del otro y rebuscó hasta que encontró las tarjetas. Uno era del esposo de Ángela y el otro era de Christopher y Abigail Johanson, los dueños de la joyería del pueblo; todos amigos suyos.

— Como esperaba, ninguno de los ramos son de un “admirador secreto”.

—Yo no estaría tan seguro— le insinuó mientras agitaba una tarjeta frente a él.

Jessica se acercó y le quitó, con algo de brusquedad, la tarjeta de las manos. Cuando leyó el nombre, su rostro se contorsionó en una mueca de disgusto que no pasó desapercibida por Ariel. Trató de serenarse para que su hermano no notase cuan alterada estaba y después de varios intentos y de respirar profundamente, logró mostrarse mas tranquila.

— ¿Quién es ese tal Brian, Jessica?

—Es alguien lo suficientemente molesto como para arruinarme el día— respondió con calma mientras se daba la vuelta para poner la tarjeta entre las flores. Cuando volvió la vista hacia su hermano descubrió que este le dirigía una mirada inquisitiva y preocupada. Ella le sonrió— No te preocupes, no voy a enojarme por su culpa. Si no lo he hice cuando te vi no lo voy a hacer ahora.

Ariel rió al escuchar las palabras de su hermana. Esta, al ver que la expresión de su rostro había cambiado a una mas relajada se acercó a él, lo tomó de la mano y lo guió hacia el comedor donde los estaba esperando Margaret.

Después del desayuno, Jessica le dio a Ariel un recorrido por toda la casa. También dieron un paseo por el lago y por el pueblo lo que causó un gran revuelo entre las personas que los veían pasear. Nadie había visto u oído hablar del prometido de Jessica y verla caminar tan campante y feliz por el pueblo con un completo desconocido sirvió para alimentar la curiosidad de todos.

A Jessica se le había olvidado ese pequeño detalle, pero de todas formas, no le dio mucha importancia. De todas formas la verían entrar a la casa de Ángela tomada del brazo de otra persona; su supuesto prometido. Además, ella no estaba haciendo nada indebido. Simplemente paseaba por el pueblo, mostrándole los lugares más hermosos y concurridos del lugar mientras charlaban sobre lo que habían hecho en esos años que no se vieron.

No había necesidad de hablar sobre eso debido a que se habían mantenido comunicados mediante las cartas que se enviaban con bastante regularidad, pero ambos se sentían mejor de escuchar de boca del otro lo que habían leído hacia tanto tiempo. Era más divertido, si se le podía llamar así. Además, esa plática le sirvió a Jessica para olvidarse de sus problemas y de la inminente fiesta a la que tendría que asistir dentro de pocas horas.


—Señorita Jessica, disculpe que la moleste pero ya es hora de que empiece a arreglarse. Recuerde que la fiesta es a las ocho de la noche y que van a pasar a recogerla media hora antes— le recordó Margaret a eso de las seis de la tarde.

Jessica se puso de pie con una expresión que denotaba que realmente no tenía ganas de asistir al evento y se dirigió a la salida del salón. Su hermano llamó su atención antes de que cruzara la puerta.

—Que poco interés muestras por ese evento, Jessica. Si tan pocas ilusiones te hace ir a esa fiesta, no vayas.

—No es así de sencillo, hermano. Yo daría lo que fuera por no asistir a ese evento pero lamentablemente está dedicado a…mi— se corrigió al darse cuenta de que iba a hablar de mas— Así que como veras, no puedo faltar.

Jessica se dispuso a ir a su habitación pero Margaret dijo algo que hizo que se detuviera en el acto. Por segunda vez en menos de dos semanas, Jessica deseó matar a su dama de compañía por hablar de más aun sabiendo las consecuencias que sus palabras acarrearían.

— ¿Por qué no va con ella, joven Ariel? Estoy segura de que la señorita Jessica se sentirá mejor si usted está con ella.

Ariel tardó unos segundos en responder. Segundos que Jessica se tomó para mirar con los ojos entornados a Margaret.

—Me parece bien. Te acompañaré, si no te molesta, claro está.

—No, para nada. No me molesta que me acompañes— respondió la joven mientras cruzaba el umbral de la puerta.


***


— ¿Cómo me veo?—preguntó el joven mientras se miraba en el espejo.

—Se ve muy bien, señor. Su prometida estará muy complacida al ver lo apuesto que luce— respondió la empleada mientras miraba el reflejo del joven en el espejo.

Lucas esbozó una pequeña sonrisa al escuchar sus palabras. Jessica no repararía en él aunque tuviera la cara pintarrajeada; por lo menos eso creía él. Terminó de arreglarse rápidamente bajo la atenta mirada de Lucia —la joven empleada que lo acompañaba en esos momentos— y luego salió de la habitación con paso rápido y algo nervioso.

En la entrada de su casa lo estaba esperando el chofer con el auto en marcha por lo que no tuvo que esperar nada. Subió rápidamente al auto y emprendieron el camino rumbo a la casa de Jessica de inmediato. En todo el trayecto —que no fueron más de quince minutos— Lucas no paró de mover sus manos. Estaba nervioso, más nervioso de lo que hubiese estado de ser esa realmente su fiesta de compromiso. No sabía lo que le iba a esperar cuando llegase a la casa de Jessica o cuando llegaran a su destino —la casa de los Mitchells— pero sí sabía que no iba a ser nada fácil, mucho menos si tenía que ver con fingir todo el rato que estuviesen allí, que entre Jessica y él había algo.

El chofer se estacionó frente a la casa de Jessica y se quedó esperando que Lucas saliera del auto, cosa que no pasó hasta que lo sacó de su ensimismamiento. Después de respirar profundamente y de poner una expresión de desenfado, salió del auto bajo la atenta mirada del chofer que sonreía al ver el nerviosismo del joven. En la entrada de la casa lo estaba esperando Margaret con una gran sonrisa en el rostro; él le devolvió el gesto.

—Permítame decirle que se ve muy bien, joven Henderson. No es que no se vea bien siempre— balbuceó rápidamente la mujer sin apartar los ojos del apuesto joven. Lucas le agradeció con una ligera reverencia.

— ¿Está lista Jessica?

—Le falta poco, no se desespere

Lucas notó que la mujer estaba un poco ansiosa y nerviosa. Esto le extrañó un poco pero no le dio mucha importancia al asunto. Supuso que se debía a que Jessica había estado comportándose como una histérica durante todo el día; eso podía alterarle los nervios a cualquiera.

—Debo advertirle algo— dijo ella mientras miraba hacia los lados como tratando de cerciorarse de que nadie los escuchaba— El hermano de la señorita Jessica está aquí e irá a la fiesta con ella.

Lucas abrió mucho los ojos pero no tuvo tiempo de decirle nada a la mujer debido a que la puerta de entrada se abrió y por ella salió Ariel. Este se quedó mirando a Lucas durante unos segundos con la misma expresión de sorpresa con la que este lo miraba a él, pero después se acercó al joven y lo abrazó.

—Lucas, que gustó me da verte. ¿Qué haces por aquí?

—Eso debería preguntarlo yo ¿no lo crees?

—Si, es cierto— respondió Ariel mientas reía— Pero por lo menos, yo tengo una buena excusa para estar aquí ¿Tu cuál tienes?

— ¿Viaje de negocios?

—Supuse que dirías eso— respondió Ariel mientas le guiñaba un ojo— Margaret, podría decirle el chofer que prepare el auto. Necesito que me lleve al lugar de la fiesta— le pidió a la mujer sin despegar los ojos de Lucas.

Margaret no dijo nada más y se dirigió rápidamente a buscar al chofer. No regresó a donde estaban los dos jóvenes ya que se dirigió a la habitación de Jessica para ayudarla a terminar de arreglarse, pero el chofer no tardó casi nada en aparecer conduciendo un flamante auto negro, lo que significaba que le había dado el mensaje. Ariel no dijo nada en todo el rato que estuvieron esperando el auto y tampoco dijo nada mientras se dirigía, con paso elegante, hacia este. Lucas se quedó allí unos segundos, sopesando lo que acababa de pasar. Se suponía que Ariel iba a ir a la fiesta con ellos ¿Por qué de pronto cambió de planes? Se encogió de hombros aun sin comprender y entró a la casa para esperar a Jessica en el hall.

A los pocos minutos bajó Jessica, luciendo aquel hermoso vestido verde olivo que había comprado hacia dos semanas. Su largo cabello, de un hermoso y brillante castaño rojizo, estaba llenó de tirabuzones que caían libremente por su espalda. En la parte de adelante y a un lado estaban recogidos unos cuantos mechones de cabello con unos ganchos plateados con unos delicados diseños de pequeñas flores. Su rostro estaba perfecta y sutilmente maquillado. Estaba realmente hermosa, sencilla, pero hermosa.

Lucas se quedó mirándola con la boca abierta como muestra de su asombro. Ella se hizo la desentendida y siguió bajando las escaleras lentamente teniendo el cuidado de no tropezar con el ruedo de su largo vestido. Al llegar al pie de las escaleras buscó con la mirada a su hermano y al no encontrarlo, se dirigió a Lucas con un tono de voz que no denotaba ningún tipo de emoción.

— ¿Dónde está Ariel?

Lucas tardó unos segundos en entender lo que ella le preguntaba y después de aclararse la garganta respondió.

—Se fue. Se fue hacia la fiesta hace unos minutos

— ¿Estas bromeando, cierto? ¿Por qué hizo eso? ¿No se supone que nos íbamos a ir juntos?— preguntó bastante alarmada.

—No bromeo, Jessica— respondió él adoptando un tono de voz que no denotaba ningún tipo de emoción— Lo mejor será que nosotros hagamos lo mismo ¿no lo crees?

Él se dirigió a la puerta y la abrió para que Jessica saliera primero. Ella, después de respirar profundamente, se encaminó hacia la salida seguida por Lucas el cual, sin poder evitarlo, no le quitaba los ojos de encima. ¿En qué momento Jessica se había convertido en la hermosa mujer que tenía en frente? ¿Cuándo había dejado de ser aquella niña traviesa y risueña que él recordaba?

Era cierto que ya tenia varias semanas en el pueblo y que la había visto varias veces pero. Aunque sonase extraño, no se había fijado en los “detalles”. Antes, solo había visto a Jessica, su amiga de la infancia, la chica que había estado buscando desde hacia tanto tiempo. Ahora… ahora no sabía lo que era ella pero de lo que si estaba seguro era que no era la misma Jessica de antes. Movió la cabeza para despejar esos pensamientos de su mente antes de entrar al auto y dirigirse, junto a su compañera, hacia su “fiesta de compromiso”.

This entry was posted on miércoles, marzo 25, 2009 and is filed under . You can leave a response and follow any responses to this entry through the Suscribirse a: Enviar comentarios (Atom) .

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