Capitulo 8  

Posted by: La Premonición in

***

“No sabría describir lo que siento por ti. Quizás sea amor, quizás sea odio, o quizás sean ambas cosas. La verdad, no lo se. Lo que si tengo claro es que no puedo vivir sin ti…”

***


Lucas se despertó temprano aquella mañana aun en contra de su voluntad. Hubiese querido quedarse en cama mas tiempo pero no pudo. Cada vez que cerraba los ojos el recuerdo de lo que había visto la noche anterior lo atormentaba dolorosamente, haciendo que su corazón sangrase y se despedazase en mil pedazos. Sufría, sufría como un condenado pero no decía nada y mucho menos lo demostraba. Debía ser fuerte y no darle a Jessica el placer de verlo decaído. Se suponía que él iba a ser el que derrotara su orgullo y no al revés.

A eso de las diez de la mañana, recibió la visita de un Ariel bastante preocupado y alicaído. Éste le explicó que su bajo estado anímico se debía a que su hermana se había encerrado con llave en su habitación y no había salido ni siquiera a desayunar. Tocaron a su puerta, la llamaron, trataron de abrirla pero nada. Era imposible saber si estaba bien o mal, si estaba ahí o no.

Lucas no dijo nada. No tenia idea de porque ella se comportaba de esa forma; quizás lo hacia porque quería llamar la atención, o simplemente, porque quería fastidiar a los otros. Jessica sabía que había muchas personas pendientes de ella y que si se encerraba en su habitación o si le daba por salir de casa sin avisar, todos se iban a preocupar y la iban a buscar como locos.

Ariel siguió hablando de su hermana hasta que Lucas se cansó de eso y le puso un alto a su discurso. Ariel, mas que sorprendido por su actitud, le preguntó qué le pasaba y como era de esperarse Lucas dijo que no pasaba nada; Ariel no le creyó. Éste no era ningún ingenuo y Lucas lo sabía muy bien, pero no perdía nada con intentarlo. Supuso que estando Ariel tan preocupado por Jessica como estaba, no iba a fijarse en la cosas que le pasasen a él.

Que poco lo conocía.

—Lucas, nos conocemos desde pequeños, ¿crees que vas a poder engañarme así tan fácil?— cuestionó el joven mientras se sentaba en el gran sofá.

—No te estoy engañando, Ariel. No me pasa absolutamente nada.

—Ya… ¿y crees que te voy a creer? Yo se que a ti te pasa algo y está relacionado con lo que le pasa a Jessica; estoy seguro— inquirió mientras se acomodaba.

—Para nada. Lo de ella tiene que ver con otra cosa— respondió dándose la vuelta para dirigirse a la ventana.

— ¿Y qué puede ser eso? Dame una pista porque yo no tengo ni idea.

—Quizás se deba al hecho de que está haciendo algo que no quiere.

—Tu también estás haciendo algo que no quieres— apuntó mientras le dirigía una mirada sarcástica— ¿O me equivoco, Lucas?

—No, no te equivocas, pero en mi caso es distinto. Yo simplemente la estoy ayudando…

— ¿Por qué?—lo interrumpió abruptamente

—Porque necesitaba que alguien le hiciese un favor.

—Pero ella te ha estado tratando mal desde que llegaste, ¿Por qué lo haces?—insistió en un tono de voz que a Lucas no le gustó. Era como si supiese algo y solo quisiese confirmarlo.

— ¿A dónde quieres llegar, Ariel? Ya me estoy cansando de todo esto— respondió de mala gana mientras se daba la vuelta para mirarlo seriamente. Su amigo se puso de pie y se dirigió hacia él.

—Que genio te gastas, amigo mío. Yo solo quiero saber por qué estás tan triste. Y no me vengas con eso de que estás bien porque pierdes tu tiempo. Como te dije hace rato, te conozco y se que algo malo te pasa. Además, se te nota… y mucho.

—Si te hace sentir mejor, no es nada con lo que no haya lidiado antes— respondió encogiéndose de hombros, quitándole importancia al asunto.


Lucas pensaba que lo mejor era que Ariel pensase que lo que le pasaba no era nada del otro mundo para que no empezase nuevamente con sus desesperantes pero certeras preguntas. Además, no tenia ganas de escuchar el sermón que vendría después de decirle lo que le pasaba; porque estaba seguro de que su amigo no se quedaría sin sermonearlo.

Para su sorpresa, Ariel esbozó una sonrisa triste y pesarosa. Una sonrisa que denotaba un profundo pesar. Lucas lo miró con curiosidad.

—No puedes seguir así, Lucas —respondió seriamente— No puedes pretender que todos sean felices a costa de tu sufrimiento.

— ¿De qué hablas?

Lucas estaba confundido y preocupado. Su amigo no solía mostrarse así, tan serio, tan triste. Solo una vez lo vio con una actitud similar a esa y fue en los días posteriores a la huida de Jessica. Al ver en su rostro la misma expresión de tristeza que le había visto años atrás, supo que de lo que le hablaba estaba relacionado con ese tema. Ariel conocía los motivos por los cuales Jessica se había ido de casa y esos motivos resonaban en su cabeza tan nítidos que le provocaban la misma pena y angustia que antaño, cuando su hermana se lo contó con el rostro bañado en lágrimas.

— Hablo de todo lo que está pasando — respondió después de un rato, sacándolo de su ensimismamiento— Yo se cual es el motivo por el que estás aquí… No, Jackeline no me lo dijo —aseguró al ver que su amigo iba a preguntar— Solo te advierto una cosa, no todo lo que creemos que es lo correcto es lo mejor.

>>No trates de forzar las cosas porque te puede ir muy mal. Es mejor que todo siga tal y como está ahora. No trates de forzar a Jessica para que regrese. Ella ha sufrido mucho y lo que menos se merece es volver a donde todo empezó y volver a hacer las mismas cosas que la llevaron a…

Ariel interrumpió abruptamente su discurso al darse cuenta de que estaba a punto cruzar la delgada línea que le impedía hablar sobre el pasado de su hermana. Se había dejado llevar por el momento y por poco le habría contado a Lucas lo que había motivado a Jessica a huir de la forma que lo hizo. No era agradable de recordar, mucho menos de decir, pero se había creado en el lugar una atmósfera que había propiciado que le doliese menos expresarse. No sabía si había sido fruto de la confianza que sentía por Lucas o por que necesitaba contárselo a alguien, solo sabia que ese algo que lo había incitado a contarlo, los cubría como si de un manto se tratase.

Lucas se había dado cuenta de esto y había decidido que lo mejor era cambiar de tema. Por tal motivo le preguntó, con un tono irónico, el verdadero motivo de su visita al pueblo.

Al cabo de unas horas, Ariel salió de la casa de Lucas sintiéndose mas tranquilo, y aunque sonara extraño, bastante feliz. Aunque había notado el desinterés que su amigo mostraba ante lo que le había contado sobre Jessica, sabía que en el fondo, Lucas estaba muy preocupado y que sería capaz de hacer hasta lo imposible por lograr que ésta se sintiese mejor.

Caminó rumbo a su auto el cual estaba al otro lado de la calle, oculto tras unos arbustos. Desde la casa no se podía ver pero desde el auto había una perfecta vista de la imponente casa que se alzaba cerca de la plaza. Antes de entrar al auto, se dio la vuelta y le echó una última mirada. Sonrió al comprobar que sus suposiciones no eran falsas. Lucas no se iba a quedar tan tranquilo sabiendo que Jessica estaba mal.

— ¿Desea que lo lleve a algún otro lado, señor?— cuestionó el chofer atrayendo su atención desde el otro lado del auto.

Ariel asintió y le pidió que lo llevase cuanto antes a la casa de Ángela. Necesitaba hablar con ella lo antes y posible. Necesitaba dejar unos cuantos asuntos arreglados antes de emprender el viaje de regreso a su hogar. Viaje que se efectuaría antes de lo planeado, esperaba, para poder llevar a cabo su plan.


***

Jessica permanecía encerrada en su habitación y estaba en esos momentos terminando de arreglarse. Hacía más de dos horas que los incesantes toques a la puerta y los continuos llamados de Margaret y su hermano habían cesado, lo cual había dejado en el ambiente un silencio denso y pesado. Silencio que le sirvió para poner sus ideas en orden, para pensar en todo lo que le había pasado la noche anterior; una de las peores noches de su vida.

La prueba de ello eran los moretones que tenía en los antebrazos y en la espalda, además de la hinchazón de sus ojos producto de las horas de llanto por las que había pasado. Sí, había llorado muy en contra de su voluntad. Se había jurado así misma que jamás volvería a llorar por un hombre pero tuvo que tragarse sus palabras. No le quedaba de otra. Era eso, o saltar por la ventana. Por suerte ahora ya estaba mas tranquila y mas relajada pero no por ello menos dolida. La herida que le había dejado Brian en el corazón era tan grande que tardaría semanas, quizás meses en sanar.

Respiró profundo y cuando hubo terminado de ponerse los zapatos se puso de pie. Caminó hacia donde se encontraba el espejo de cuerpo entero y contempló su apariencia enfocándose en sus brazos. Las mangas de su vestido cubrían a la perfección las marcas por lo que no tenia de que preocuparse. Satisfecha con su apariencia, salió de la habitación sigilosamente y se dirigió de la misma forma hacia el jardín trasero de la casa.

Quería ir al lago, necesitaba hacerlo por lo que, ignorando el hecho de que Margaret conocía su fascinación por aquel lugar, se encaminó hacia allí. Cuando estaba a escasos pasos de la vieja plataforma de madera, vio a alguien sentado en el lugar que solía ocupar. No tuvo necesidad de verle la cara, sabía de antemano quien era la persona que irrumpía en su “lugar privado”.

Se dio la vuelta exasperada, pero en su intento de retirarse de allí sin hacer el menor ruido, pisó una rama seca que crujió al partirse limpiamente por la mitad. Se quedó inmóvil, rogándoles a todos los dioses que Lucas no hubiese escuchado nada, pero el sonido que producían las pisadas de él sobre la plataforma le indicaron que sí lo había hecho y que se estaba acercando a ella con pasos rápidos.

Ignorando esto, emprendió la marcha de regreso a la casa. Quería huir, quería estar lejos de Lucas, quería impedir que la viera en el estado tan deplorable en el que se encontraba. Además de esto estaba el hecho de que seguía molesta por lo que le había dicho la noche anterior. Todavía las palabras “…Prefiero pensar que está muerta y que tu solo eres una copia barata de ella” resonaban en su cabeza.

Lucas la llamó y le pidió de favor que le dedicara solo unos minutos de su tiempo. Ella se detuvo resignada ante el hecho de que tendría que escucharlo, pero no dejó de darle la espalda. Le preguntó que era eso que quería decirle y le instó a que fuera breve. Él, después de un largo suspiro, se disculpó por todo lo que le había dicho la noche anterior, procurando que sus palabras reflejaran cuan arrepentido estaba.

Le pidió perdón por haberla besado y por no haber hecho nada para evitar que la fiesta de la noche anterior se hubiese llevado a cabo. También le dijo que, de no haber sido por él, no hubiese tenido que pasar por toda esa dolorosa situación, refiriéndose, obviamente, a todo lo que ella tuvo que pasar en el salón.

El corazón de Jessica latía rápidamente mientras una sensación calida y hermosa recorría su ser haciéndola sentir mejor, menos triste. Sentía que se había quitado un peso de encima al escucharlo. Dios, cuan feliz la habían hecho esas simples palabras. Cuan bien se había sentido al saber que él se sentía culpable y preocupado por lo que a ella le pasaba. Al saberse, de alguna forma, querida por él.

Sonrió, pero esa sonrisa no duró mucho. Algo en las últimas palabras de Lucas le había dado la impresión de que algo andaba mal. Algo había pasado la noche anterior y ese algo era el responsable de que las palabras de Lucas salieran teñidas de rabia y frustración. Se dio la vuelta bruscamente y le dirigió una mirada entre enojada y asustada.


— ¿Nos viste, cierto? Nos viste a Brian y a mí en el jardín de la casa de Ángela.

Lucas desvió la mirada, entre avergonzado y enojado. Jessica no necesitó que se lo confirmara; con la expresión de su rostro bastaba para saber que los había visto. Se acercó a él hecha una furia y le dio una gran bofetada.

— Eres un imbécil. ¿Cómo pudiste permitir que lo hiciera? ¿Cómo pudiste dejar que me maltratara de esa forma?—le reclamó entre indignada y dolida. Él la miró con una clara expresión que denotaba su incredulidad.

—Él no te estaba maltratando; al contrario— respondió con enojo.

Ella palideció. Eso quería decir que Lucas no había visto como Brian la maltrataba sino cuando se besaban. Él pensaba que ella había querido ese beso y por eso estaba así. Se sintió tan estúpida por haber reaccionado de esa forma y por haberle pegado que se puso a reír como una tonta. Lucas la miraba sin comprender. Hacía solo unos minutos había estado rabiando como una fiera y ahora reía por nada. Definitivamente, esa niña estaba cada día más loca, pensó.

Jessica caminó lentamente hacia él y acarició suavemente la mejilla en la que le había pegado. Él, al sentir la caricia, dio un pequeño respingo.

— ¿Te duele?—le preguntó con suavidad, sin mirarlo a los ojos.

Su expresión era seria, no mostraba ningún tipo de emoción. Contrario a Lucas que estaba completamente rojo y tenía el pulso acelerado. Él, después de unos segundos y aún presa del asombro, negó con la cabeza. Ella sonrió.

—Lo siento. Siento haberte pegado pero es que creí que...

—No pasa nada. No tienes que darme explicaciones de todas formas. Además, el hecho de que me lo digas no va a hacer que me duela menos— aseguró mientras se llevaba la mano a la mejilla.

Ella no le dijo nada; no hacia falta que lo hiciera. Lucas se quedó mirándola, tratando de adivinar que pasaba por su cabeza en esos momentos y se encontró con un extraño brillo en sus ojos; era una mezcla de dolor y rabia. Si saber muy bien por qué, recordó las palabras que le había dicho antes y se atrevió a formular una pregunta, sabiendo de antemano que tal vez ella no le respondería.

— ¿Quién era ese chico, Jessica?—la expresión del rostro de la joven se convirtió en una mueca de desagrado. Se alejó de él con paso resuelto rumbo a la plataforma y se sentó en el borde, en silencio. Lucas se quedó allí, estático, sin saber que hacer.

—No es nadie— respondió después de un rato largo.

Lucas caminó lentamente hacia ella y, con algo de timidez, se sentó a su lado. Ella suspiró profundamente antes de proseguir y contarle un poco sobre el joven con el que la había visto.

— Su nombre es Brian Debrand. Nos conocimos en una de las tantas fiestas que se acostumbran a celebrar en este pueblo. Desde el principio nos llevamos muy bien. Él venía a visitarme a menudo, charlábamos largo rato, paseábamos por el pueblo… en fin, pasábamos casi todo el día juntos. Éramos grandes amigos, debo decir.

Lucas la escuchaba atento, sin dejar de mirarla ni un solo segundo. Tenía muchas preguntas que hacerle pero no quería interrumpirla, no ahora que había empezado a contarle algo sobre su pasado…y sobre su extraña relación con Brian.

—Después de un tiempo— prosiguió ella después de unos minutos de silencio— las cosas empezaron a cambiar entre nosotros. Había algo entre nosotros, por lo menos eso creía, que nos instaba a estar cada vez mas cerca, a querer cruzar los limites de la amistad. Llámalo atracción si quieres, aunque yo no lo veo de ese modo. En fin, una noche, sucumbimos ante el deseo y… ya no pudimos parar.

Jessica hablaba como si todo eso no tuviese que ver con ella. Su tono de voz no denotaba ningún tipo de emoción pero sus gestos la traicionaban por momentos. Era tanta la rabia que sentía, no solo hacia Brian sino también hacia ella, que por mas que se esforzara por mostrarse ajena a todo eso no podía.

Lucas, con un tono que denotaba cierta decepción, la sacó de su letargo con una pregunta. Ella captó tal emoción pero no le dio mucha importancia; no ahora que por fin, después de tanto tiempo, se estaba quitando ese peso de encima.

— ¿Novios, Brian y yo? No, eso estaba muy lejos de ser lo que éramos— respondió con calma— Admito que me gustaba y que me sentía muy bien cuando estaba con él pero nada mas. Yo no estaba en busca de compromisos y debí suponer que él tampoco lo estaba, pero, para ese entonces estaba algo…ciega. Me dejaba llevar por lo que sentía sin detenerme a pensar en las consecuencias.

— ¿Qué cambió entre ustedes para que ahora hables así de él?

—Solo me di cuenta, demasiado tarde, que estaba jugando un juego muy peligroso. Mis sentimientos hacia él estaban cambiando y yo no podía permitir que eso sucediera, por lo que corté mi relación con él. No más besos, ni escapadas nocturnas, nada. Tratamos, sin embargo, de retomar nuestra amistad pero fue imposible. Habían sucedido demasiadas cosas entre nosotros como para que las olvidáramos tan fácilmente.

>>Un día, poco antes de que llegaras, recibí una invitación para desayunar en su casa; con gusto acepté. Esa mañana, después de tanto tiempo alejada de él, volví a verlo, pero esta vez con otros ojos. Su madre me había dicho, momentos antes de que él y su padre bajaran, que su hijo tenía intenciones de proponerme matrimonio y que estaba muy entusiasmado con la idea. No se por que pero no me gustó saber eso.

Entre Brian y yo nunca hubo palabras de amor ni planes para el futuro, tampoco fuimos novios. No tenía por que proponerme matrimonio si sabía mejor que nadie que entre mis planes no esta casarme ni sostener una relación con nadie. No me atreví a preguntarle por qué lo hacía, aunque de todas formas no hizo falta. Mas tarde descubrí cuales fueron sus motivos y para serte sincera hubiese preferido no hacerlo.

Silencio. Lucas supo que ella no iba a decir nada más, pero no hacia falta que lo hiciera. La tristeza que reflejaban sus ojos era suficiente para saber que eso que había descubierto la había herido profundamente. Instintivamente, se acercó un poco más a ella y le pasó un brazo por los hombros.

Ella apoyó su cabeza en su pecho y se dejó abrazar por él. Se sentía extraña pero bien, por muy extraño que pareciera. En los brazos de Lucas se sentía segura, confiada; sentía que nada malo podría pasarle porque él estaba ahí, a su lado, protegiéndola. Nunca, en lo que le quedaba de vida, le confesaría eso a nadie; mucho menos a él.

—Anoche, cuando salí al jardín, no lo hice con intenciones de verme a escondidas con él, si es lo que estás pensando— aseguró ella después de un rato, al notar lo serio que se había puesto el joven— Salí a tomar un poco de aire, a despejarme, pero no pude. Él me persiguió hasta tenerme acorralada y prisionera entre sus brazos…

—Y te besó a la fuerza— dijo con enojo.

—No…solo me besó y yo le correspondí. Después de eso… no pasó nada mas— respondió ella poniéndole punto y final a la charla sobre Brian— Volví a la fiesta y ya sabes lo que pasó después.

—Gracias— respondió él después de un rato de silencio, en el que se había quedado sopesando las palabras de la joven mientras jugaba con uno de sus largos mechones de cabello.

— ¿Por?—le preguntó mientras se separaba un poco de él, lo suficiente para mirarlo a los ojos.

—Por contarme todo esto a pesar de lo mal que te sienta recordarlo y hablar de ello.

—Supongo que debía desahogarme con alguien, ¿no lo crees?

— ¿Nadie lo sabía?

—No ando contándole mi vida privada a todo el mundo. Además, no es algo de lo que me sienta muy orgullosa, ¿sabes?

— ¿O sea que soy la única persona que sabe que sostuviste una relación con Brian?

—Si— contestó mientras se ponía de pie y le tendía una mano a Lucas para ayudarlo a hacer lo mismo.

— ¿Por qué me lo dijiste? ¿Por qué me contaste todo esto?

—Estás haciendo demasiadas preguntas, Lucas— le dijo mientras ponía cara de fastidio.

—Lo siento pero es que me parece raro que, después de la forma en la que me has tratado, me digas esto.

—Tómalo como un pago…un pago por tu ayuda.

— ¿Una tregua?

—Ni lo sueñes.

El la miró con el ceño fruncido y con cara de fastidio. Ella rió con ganas; molestar a Lucas era tan sencillo… Se preguntó si sería igual de fácil hacerlo sonreír. Movió la cabeza en un intento por sacarse esos pensamientos y se dio la vuelta para regresar a la casa.

— ¿Te quedas a almorzar?—le gritó desde la linde del bosque.

Lucas se quedó mirándola fijamente unos minutos, preguntándose que era lo que tramaba la joven. Al no dar con la respuesta se encogió de hombros y caminó hacia el lugar en el que una impaciente Jessica lo esperaba.

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