Capitulo 3  

Posted by: La Premonición in

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“Cuando menos creemos que el destino está de nuestro lado, nos da una prueba de lo equivocados que estamos. Cuando más anhelamos que esté de nuestro lado, éste, malicioso, nos da la espalda. ¡Qué ironía!”.

***

— ¿Qué crees que estás haciendo aquí?—preguntó mientras le dirigía una mirada furibunda.

El joven tardó en responder debido a que le costó reconocer las facciones de la joven que tenia en frente. Ella, por el contrario, lo reconoció inmediatamente lo vio entrar a la plaza. Era imposible olvidar el rostro de alguien que creció a su lado y que fue su amigo incondicional en la mejor época de su vida; época que pertenecía al olvido, junto a él.

Cuando él fue conciente de a quien tenía delante sonrió abiertamente como fruto de su alegría y la abrazó fuertemente ignorando el lugar en el que estaban y la expresión rabiosa de su rostro.

—Jessica, no sabes el gusto que me da volver a verte…— dijo cuando se separó de ella mientras la miraba fijamente a los ojos.

—Te hice una pregunta, ¿qué haces aquí?

—Vine a buscarte— contestó como si eso fuese lo mas obvio.

La joven palideció ante esas palabras.

— ¿Eso quiere decir que fue a usted a quien el padre de la señorita Jessica le dio su mano en matrimonio?—cuestionó Margaret haciéndole un exhaustivo examen con la mirada.

— ¿Qué? ¿De dónde ha sacado eso? Que yo sepa Edmond no le ha dado la mano de Jessica en matrimonio a nadie.

—Eso quiere decir que…— Jessica se puso más pálida; si se podía— ¡Lo voy a matar cuando lo vea! Juro que lo haré.

— ¡Pero que cosas dices, Jessica! — dijo Lucas sorprendido ante las palabras de la joven. Por la expresión de su rostro sabia que no era una broma.

—Tú cállate. Lo que menos quiero es escucharte— respondió sin siquiera mirarlo.

— Yo no creo que él haya hecho eso, señorita. ¿Por qué lo haría? ¿Por qué ahora?— inquirió Margaret

— ¡Porque es su amigo!—gritó. Margaret le chistó como reproche por subir tanto la voz.

—Jessica, ¿Qué…?

— ¡Te dije que te callaras! No quiero oírte, no quiero verte, no quiero saber nada de ti. Regresa a tu casa y olvídate de mí. ¡Yo no existo ni para ti ni tu familia!—dijo antes de darse la vuelta y dirigirse hecha una furia a su casa.

Margaret y Lucas se quedaron mirando el lugar por el que la joven había desaparecido con una expresión sombría en el rostro. Ambos no lograban concebir tanto odio por su parte; mucho menos podían entender su reacción. Margaret, principalmente, la consideraba infantil pero no podía decirle nada a Jessica porque se enfurecía.

—No puedo creer que esa sea la dulce niña que creció a mi lado— dijo él con pesar.

—Usted es Lucas Henderson, ¿cierto?—cuestionó la mujer dándose la vuelta para mirarlo

— ¿Cómo lo…?

—Intuición. Además, si usted hubiese sido Josh ella no se hubiese acercado. Lo más probable es que hubiese salido corriendo y que ahora estuviese empacando para irse a otro pueblo.

Lucas la miró intensamente durante unos segundos en los que la tristeza no lo dejó hablar. No entendía porque ella lo trataba de esa forma ni por qué profesaba ese inmenso odio hacia su familia. Nunca, en todos los años que estuvieron juntos, había sucedido algo que la incitara a odiar con tanto fervor a su familia. Es mas, en su cabeza no cabía que Jessica pudiese sentir odio por alguien. Eso, desde su perspectiva, era remotamente imposible.

— ¿Le molestaría que habláramos en un lugar mas privado? Tengo muchas cosas que decirle…sobre Jessica— dijo la mujer con una pequeña sonrisa en el rostro.

Lucas asintió débilmente y después la guió hacia su casa. Margaret miró hacia atrás para asegurarse de que Jessica no estaba por los alrededores y la viera pasear con su “enemigo”.

Llegaron a la hermosa casa a los pocos minutos e inmediatamente fueron atendidos por una joven empleada. Se sentaron uno en frente del otro en el salón y esperaron pacientes a que llegara la empleada con los cafés.

— ¿Sabe usted porque Jessica se puso así?—preguntó Lucas en voz baja.

—Simple: porque cree que su hermano le dijo que estaba aquí.

— ¿Ariel ha sabido durante todo este tiempo que ella estaba aquí?—cuestionó indignado.

—Por supuesto ¿Quién creía que le mandaba el dinero?—le respondió la mujer con un tono de voz que denotaba lo obvia que era la respuesta.

—No puedo creerlo. No puedo creer que no me dijera nada. A mí…a mí que soy su amigo.

La indignación que sentía en esos momentos no se podía comparar con la tristeza que sentía al saberse engañado por su propio amigo. Él le había preguntado infinidad de veces sobre Jessica y este siempre le respondía que no sabía nada de ella. Que ingenuo había sido al creerle. Era obvio que Ariel iba a saber el paradero de su hermana. Era el único capaz de consentirle todas y cada una de sus locuras y travesuras.

— ¿Si su hermano le pidiese que guardase un secreto, usted rompería su promesa y se lo contaría a alguien mas?

—No, pero…

—Es lo mismo, joven Henderson. Cuando la señorita se escapó de su casa lo hizo con la intención de no regresar más, y sabía que si sus padres sabían su paradero, algún día iban a venir a buscarla. También sabía que sola y sin dinero no iba a poder llegar muy lejos, pero su hermano, decidió ayudarla al ver el estado en el que estaba. Usted, de haber estado en el lugar del joven Ariel, hubiese hecho lo mismo.

— ¿Qué obligó a Jessica a irse de su casa?—preguntó con ansiedad.

—No puedo responder esa pregunta pero si gusta puede venir conmigo y preguntárselo en persona.

—Ella no me lo va a decir. Usted vio como se comportó hace un momento. Estaba realmente furiosa.

—Si pero eso fue debido a la sorpresa. Si se supone que usted no está aquí para llevarla de vuelta a casa ella no tiene porque temer ni porque comportase de esa forma con usted— la mujer le dedicó una mirada cargada de significado. Estaba claro que ella sabia que, en realidad, ese era el plan: regresar a Jessica a su antigua casa. —Haga la prueba y verá que no me equivoco. Además, cuenta conmigo. Yo lo ayudare.

— ¿Está usted hablando en serio?

—Por supuesto. Yo lo único que quiero es que la joven Jessica sea feliz y estoy segura de que estando con usted, que es su amigo de la infancia, será muy feliz.

Lucas se lo pensó un momento pero no estaba seguro de qué debía responder. En realidad él sí había ido a ese lugar con la intención de buscarla y llevarla devuelta a su hogar pero no quería decir nada ya que corría el riesgo de que ella se lo contara a Jessica y de que esta saliera huyendo de ahí. Tenia que jugar bien sus cartas si quería que su plan saliera bien.

—Está bien. Haré lo que me dice aunque no estoy muy seguro de que sea lo correcto.

***

Rabia, decepción, frustración. Eso era lo que sentía en esos momentos y no tenia forma de desahogarse. Quería gritarle, pegarle hasta el cansancio, pero sobre todo, quería decirle y demostrarle lo mucho que lo odiaba por haberla traicionado. Por haberse unido a la creciente lista de personas que la herían.

Caminó rumbo al escritorio y buscó papel y pluma. Como no podía ir a su casa para decirle personalmente lo que pensaba, tenía planeado enviarle una carta cuyas palabras expresaran todo lo que sentía. Sabía que con eso no lograría sentir la misma satisfacción que sentiría si le pegase pero, por lo menos, lograría desahogarse.

Contrario a lo que pensaba, a medida que escribía, su ira iba en aumento por lo que tuvo que escribir la carta varias veces debido a que el papel terminaba bastante maltratado y sus trazos eran ininteligibles. Arrugó el papel y lo lanzó junto a los otros con un resoplido. Se puso de pie y se dirigió a la cocina con una expresión que atemorizó a las empleadas que se encontró en el camino.

Al llegar, buscó a Margaret con la mirada y al no verla allí les preguntó a las empleadas sobre su paradero. Estas, como era de esperarse, no pudieron decirle nada y ella frunció el ceño al imaginarse lo que estaría haciendo. Antes de desandar el camino y dirigirse al salón, les pidió a las empleadas que cuando la vieran le dijeran que la estaría esperando.

Al llegar al hall, decantó la idea de ir al salón y optó por salir al jardín. El día estaba sumamente hermoso y porque estuviese enojada no lo iba a desperdiciar; además le iba a servir para despejarse. Caminó por un sendero de piedras hasta llegar a un claro en donde se alzaba una plazoleta. Se sentó en una de las sillas de jardín y se puso a contemplar el hermoso paisaje que el lugar le ofrecía mientras que el relajante sonido que producía el lago llegaba a sus oídos.

Un sonido incitante, seductor. Un sonido que la invitaba a dejar a un lado sus inhibiciones y su enojo. Un sonido que la incitaba a dejarse seducir por las frías aguas del lago. Después de pasarse un rato resistiendo la tentación, se puso de pie y se dirigió hacia él. Se adentró en el bosque con la seguridad que solo le otorgaba el conocer bien el lugar por el que caminaba.

Al salir de este vio una desprotegida plataforma de madera y caminó cuidadosamente por ella hasta llegar al borde. Se agachó para tocar el agua, y al darse cuenta de que estaba mas fría de lo que pensaba, desistió de la idea de sumergirse en ella. Con un suspiro se puso de pie y rodeó su pecho con sus brazos y se quedó así, contemplando el lugar mientras el viento agitaba su vestido y acariciaba su rostro.

Al cabo de un rato de paz y quietud, escuchó pasos. Supuso que era Margaret o alguna empleada por lo que ignoró por completo a quien se acercaba. No quería que nadie la molestara y Margaret, a pesar de haber dicho que la estaría esperando, no iba a ser la excepción. En esos momentos en los que se sentía tan bien, lo que menos quería era que la molestaran con alguna estupidez.

Su visitante estaba cada vez mas cerca. Sus lentos pasos retumbaban en la vieja plataforma de madera por lo que era imposible que ella no se diera cuenta de que estaba ahí. No obstante, ella no mostraba indicios de haberse percatado de ello.

Se acercó un poco más. Estaban a pocos centímetros de distancia cuando a ella se le ocurrió darse la vuelta para encararlo. Debido al susto que se llevó, perdió el equilibrio. Estuvo a punto de caer al lago de no ser porque su acompañante la agarró antes de que eso sucediera.

This entry was posted on viernes, noviembre 21, 2008 and is filed under . You can leave a response and follow any responses to this entry through the Suscribirse a: Enviar comentarios (Atom) .

1 Manzanitas

Hola:

Vi tu comentario en el blog y me di cuenta de que pensaste que me había equivocado respecto a las portadas. La portada de Medianche que puse es la del libro en inglés, y es el libro completo en español. Ese es el nombre original del libro en inglés :D. Y lo puse porque la otra portada ya la había usado en otra entrada pasada anunciando el primer capítulo solamente.

Saludos

María del Carmen

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